Temperatura

La temperatura es el parámetro más evidente para empezar a evaluar si el aire interior está adaptado a una actividad de trabajo a lo largo de toda una jornada. El sistema de climatización debe poder mantenerla entre 21 y 26 °C durante todo el año.

Higrometría

La higrometría, o humedad relativa, es un segundo parámetro cuyos valores ideales están directamente relacionados con la temperatura. Sin embargo, nunca deben superarse algunos umbrales:

• Por encima del 70%, la humedad relativa amplifica la sensación de calor, y también de frío, y puede provocar algunas patologías a los ocupantes (resfriados, etc.). A este nivel, la higrometría también puede favorecer la aparición de hongos o moho, que a su vez pueden producir alergias y multiplicar el riesgo de asma.
• Por debajo del 30%, el aire es demasiado seco y, por tanto, incómodo para los ocupantes: irritación de los ojos y las mucosas, alergias al polvo, etc. Asimismo, una higrometría demasiado baja favorece las desagradables descargas electrostáticas, así como la transmisión de virus.

Temperatura de bulbo húmedo

La temperatura húmeda, o temperatura de bulbo húmedo (WBGT, o Wet Bulb Globe Temperature), es una medición psicrométrica que corresponde a la temperatura que siente la piel húmeda cuando se expone al aire en movimiento. Mide la temperatura mínima alcanzada durante un enfriamiento por evaporación. Por tanto, permite examinar la temperatura y la higrometría en función de las corrientes de aire presentes en una sala.

En la práctica, esta medición consiste en comprobar si el aire impulsado por una salida de ventilación puede provocar incomodidad o patologías a los ocupantes. La corriente de aire artificial reduce la temperatura húmeda y puede resultar desagradable o nociva si es excesiva. Por tanto, esta medición se aplica sobre todo en temporada de aire acondicionado. Los valores siguientes son aplicables a una situación de interior para ocupantes con escasa actividad física (sin transpiración):

Esta medición resulta más pertinente para actividades deportivas en exterior, donde se recomienda prudencia a partir de una temperatura húmeda de 25 °C a pleno sol (pausas e hidratación periódicas). El peligro se considera mínimo por debajo de 21 °C WBGT. Por encima de 28 °C WBGT, los riesgos fisiológicos son importantes (paro cardiaco, etc.).

Velocidad del aire

Otro medio para medir de forma más directa las corrientes de aire internas de un edificio consiste en utilizar la tecnología muy sensible del hilo caliente, en particular un anemómetro omnidireccional de hilo caliente. El impacto de una corriente de aire en el confort de los ocupantes depende de su temperatura, su humedad y, por supuesto, su velocidad:

Para garantizar una renovación del aire suficiente sin que los ocupantes perciban una sensación incómoda de corriente de aire, es preferible utilizar difusores. Estas salidas de ventilación impulsan el aire en todas las direcciones sin crear un flujo directo, lo que reduce la sensación de corriente de aire para los ocupantes.

Tasa de renovación del aire

La tasa de renovación del aire (TRA, o ACR para Air Change Rate) es una medición esencial hoy en día por motivos principalmente sanitarios. Renovar el aire permite reducir la concentración de impurezas, bacterias o virus en el aire interior mediante la inyección de una cantidad suficiente de aire fresco y filtrado. Hemos hablado en detalle de ello en varias publicaciones.

Nuestro primer artículo sobre esta cuestión aborda de forma clásica este parámetro, con valores recomendados de TRA en función del tipo de espacio. Este otro artículo va más allá en el cálculo ideal de la TRA en función del número de personas que ocupan una sala y su actividad, y con la tasa de CO2 como objetivo de referencia.

La TRA se calcula midiendo los caudales de aire impulsado en el interior de una sala y comprobando que las salidas de extracción de aire garantizan un caudal similar.

Tasa de CO₂

Actualmente, la tasa de CO₂ es una de las mediciones más relevantes para evaluar la calidad del aire interior por dos motivos.

En primer lugar, la cantidad de CO₂ en el aire interior es esencial para la concentración y la salud de sus ocupantes. La detallamos con precisión en este artículo, que describe los umbrales de CO2 y sus efectos en los ocupantes de una sala.

Además, la tasa de CO₂ es el indicador básico de la tasa de renovación del aire de un espacio confinado. Los umbrales actuales recomendados se sitúan entre 800 y 1000 ppm, y contribuyen, entre otras cosas, a la lucha contra la contaminación bacteriana y viral en interiores.

Concentración de contaminantes

Los espacios interiores pueden resultar contaminados por varias sustancias procedentes de materiales de construcción o del entorno exterior. Debe prestarse especial atención a los compuestos orgánicos volátiles, particularmente frecuentes y nocivos en interiores.

^{ppm: partículas por millón / ppb: partículas por mil millones}

Concentración de partículas

El aire interior puede transportar todo tipo de partículas en suspensión de distintos tamaños: simple polvo (tamaño grande) o micropartículas, e incluso nanopartículas… Cuanto más pequeñas son las partículas, más problemas de infiltración en los pulmones y el organismo plantean. En los espacios de trabajo industrial, se debe monitorear meticulosamente este tipo de contaminación utilizando dispositivos especializados.

Luminosidad y ruido

Existen otras posibles molestias que deben controlarse en los espacios de trabajo, como la luminosidad o el ruido. Los luxómetros permiten verificar que la luminosidad está adaptada a la actividad de los ocupantes: entre 250 y 500 lux para una actividad terciaria clásica, y entre 1000 y 2000 lux para actividades de alta precisión. En cuanto al ruido, en un espacio abierto de oficina no debería superar los 55 dB (más información sobre la medición del ruido en decibelios).